13 de febrero de 2011


LA PIRÁMIDE DEL ÉXITO 




           Un día mi profesor de matemáticas de bachillerato, Sr.Shidler, nos pidió que hiciéramos una composición definiendo la palabra éxito. El quería que profundizáramos en el contenido, independientemente si para nosotros significaba hacernos ricos o ganar un juego de baseball. Allí nació mi primera semilla de inquietud sobre el tema.

           Más adelante, noté cómo los padres exigían a sus hijos que sacaran A o B en las clases de inglés, aunque no fueran capaces de hacerlo. Para esos padres, A o B se consideraba un éxito, y todo lo demás un fracaso. Es bueno reconocer que la mayoría de nosotros está  en el promedio, y la nota promedio es C. Para esos padres, el que sus hijos sacaran una nota promedio era un verdadero fracaso, aunque esos muchachos lo hubieran intentado hasta el máximo de sus posibilidades. Yo sentía que eso era enormemente injusto.

           Aparentemente una C era buena para el hijo del vecino, pero no para el suyo. A mi no me gustó esa forma de medir el éxito o el fracaso. Yo pensaba que si un muchacho trataba con gran esfuerzo de lograr una nota y sacaba una C, eso era mucho más meritorio que uno que sacara B sin esfuerzo alguno; así que comencé a buscar una forma que hiciera de mi un mejor profesor al mismo tiempo de dar a mis estudiantes un sistema de evaluación que fuera mucho más productivo, provechoso, y justo. 

              Desde que fuimos muchachos, mi papá nos decía: "No se preocupen demasiado en ser mejor que otros". Si uno no logra comprender esta frase en todo su significado a muchos le parecerá  extraña, por eso papá siembre agregaba: "Traten siempre ser lo mejor que Uds. pueden ser. Aprendan de los demás, sí, pero no traten de ser mejores que los demás. Uds. no pueden controlar eso. En su lugar, traten con gran dedicación y esfuerzo de ser lo mejor que Uds. son capaces de ser. Sobre eso sí que tienen control. A lo mejor llegan a ser mejor que otros, o a lo mejor no, pero eso no es lo verdaderamente importante. Esas eran palabras de gran fuerza. Las recordé al tratar de dar a mis estudiantes algo a lo que pudieran aspirar que no fueran solo altas calificaciones. Manteniendo todas esas cosas en la mente, por allá por 1934 acuñé mi propia definición de éxito: El éxito es la paz mental que nace como resultado natural de la íntima satisfacción lograda al saber que uno hizo lo mejor que pudo para convertirse en lo mejor que uno es capaz de ser.

         Pero al final, la única persona que puede juzgar su nivel de éxito es Ud. Si ha alcanzado el verdadero éxito, todo lo que se derive de ese éxito es simplemente una consecuencia ... sea el score, un trofeo, un campeonato nacional, fama o fortuna.
Todo eso es resultado del éxito y no el éxito en sí, indicadores que quizás Ud. logró el éxito en la competencia más importante.

           La competencia más importante es esforzarnos para lograr nuestro mejor nivel personal, ese que sí está  bajo nuestro control. Cuando Ud. logra eso, ha alcanzado el verdadero éxito, punto! Ud. ha ganado sólo cuando Ud. sabe con absoluta certeza que Ud. es un ganador.
Todos somos distintos, unos chiquitos, otros grandes, unos gordos y otros flacos, unos rápidos y otros lentos; pero todos tenemos la misma oportunidad de hacer el mejor uso de lo que somos, no importa la situación que enfrentemos.

        Ya habiendo definido lo que era el éxito, tenía ante mi una tarea quizás más importante, comprender y poder describir lo que era necesario para alcanzar el éxito, tanto individualmente como en un equipo de basketball, o como integrante de cualquier otro equipo en la vida. Sin esto era como hacer un viaje en carro sabiendo a dónde queremos ir pero sin saber cómo llegar, lo que algunos pueden definir como ir a ninguna parte.


JOHN WOODEN

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