EL PAPEL DEL ENTRENADOR ( I )
Sandro GAMBA.
Nació el 3 de Junio de 1932 en Milán.
Entrenó a los siguientes equipos:
- Olimpia Milano (asistente) 1965 - 1973
- Pallacanestro Varese 1973 - 1977
- Auxilium Torino 1977 - 1980
- Selección Italiana 1979 - 1985
- Virtus Bologna 1985 -1987
- Selección Italiana 1987 - 1992
- Campeón de Europa 1983
- Campeón de la Copa de Europa 1975 y 1976
- Campeon de la Liga Italiana 1974 - 1977
Un entrenador debe ser capaz de elegir y seleccionar y debe entender que cosas
importantes deben aprender los jugadores. El éxito de un entrenador no está en sus
estrategias, sino en su habilidad para enseñar los fundamentos a los jugadores.
El jugador debe entender que el talento no es suficiente para convertirse en un gran
jugador, trabajando sólo en esto, será un jugador de segunda categoría. Entrenar no
es una ciencia exacta, nadie puede catalogarlo, por ello nadie tiene las reglas
exactas: es imposible que un entrenador tenga siempre la razón. A alguien le
puede no gustar lo que yo enseño y viceversa. A mí no me gusta lo que enseñan
algunos entrenadores: esto es obvio. Un entrenador de baloncesto debe tener una
buena cultura deportiva. No necesita ser un científico, pero está bien que por
ejemplo hable con entrenadores de fútbol. A veces sólo una cosa es necesaria
para aumentar nuestra cultura deportiva. Esto ayuda a tener nuestra propia filosofía:
el entrenador que no tiene su propia filosofía es como un árbol azotado por el viento.
Los entrenadores que, después de perder, escuchan a los amigos, periodistas o fans
que les dicen “Deberías jugar de otro modo”, cometen el mayor error. Cuando un
entrenador escucha a sus fans, más tarde o más temprano acabará sentándose entre
ellos a ver el partido. El entrenador debe tener su propio estilo, saber que debe esperar
de sus jugadores, conocer sus habilidades y aspirar siempre a lo máximo. El peor hábito
(muy corriente entre los entrenadores jóvenes) es copiar el estilo del equipo campeón
(ataque, defensa, situaciones especiales). Al año siguiente si gana otro equipo diferente
lo copiará igualmente, esto es un gran error. Se puede coger algo de otros equipos, pero
tienes que adaptar estos conceptos a tu propio equipo, no puedes coger todo de los otros
entrenadores.
Un entrenador debe tener fe en sí mismo, como en cualquier otro trabajo. Debe creer en
lo que está haciendo sin escuchar a fans, periodistas, etc. Un entrenador debe ser capaz
de cambiar cualquier cosa en el momento exacto. Debe creer en lo que está enseñando.
Yo tengo suerte porque he tenido la experiencia de haber sido jugador. He jugado 20
años al más alto nivel. He jugado partidos internacionales, dos olimpiadas, y el recuerdo
de estas experiencias me ha ayudado en mis relaciones con los jugadores. No soy
perfecto, me he equivocado muchas veces, pero tengo ventaja gracias a estas
experiencias.
He copiado a muchos entrenadores: copiar no es vergonzoso, ¿Voy a un clinic?, ¿Veo
algo así en la pizarra? He copiado a los entrenadores anteriores a mí. Los entrenadores
no eran burros, ellos hicieron algo bueno. Siempre he mirado lo que hicieron y he tomado
algo de ellos.
Si un entrenador no es famoso y hace algo mas, empieza a dudar de sí mismo. El que ha
ganado mucho tiene mucha fe en sí mismo: la ventaja de un entrenador ganador es que
los jugadores le siguen. Cuando él dice algo, los jugadores le escuchan atentamente,
porque ellos saben que es un ganador. El estilo de vida de un entrenador debe ser sencillo
y ejemplar. No tiene que ser un santo, pero cuando un entrenador vive con los jugadores
mucho tiempo, él debe dar ejemplo. Si yo les digo que no fumen, yo no fumo. El
equipo refleja el estilo de su entrenador. Hay entrenadores que se sienten perseguidos,
sus jugadores también: gritan, lloran. Esto es obvio. Si hay un entrenador vago, el equipo
es vago. El equipo juega con el estilo de su entrenador. Primero de todo el entrenador
debe ser correcto. Cuando pierde, no debe volverse loco en el vestuario o delante
de los periodistas hablando irracionalmente. Cuando gana no debe estar demasiado
alegre, debe tener control sobre sí mismo. Si está deprimido el equipo se deprime y
reaccionará de forma equivocada. La mayor alegría lleva a menudo a la mayor depresión.
El entrenador debe ser flexible: si hay algo nuevo que él no ha visto, el debe entender que
se ha equivocado y debe ser capaz de incluir algo nuevo en su filosofía. Yo he sido
desde 1967, inflexible, como un ladrillo, no cambio mi pensamiento, pienso una cosa y
no la cambio bajo ningún concepto. Después descubrí que este era un camino equivocado
para ser entrenador y decidí por mi mismo dejar Varese. Entrené en Varese cuatro años
con un contrato indefinido.
Fui a entrenar a un equipo poco conocido, donde tenía que empezar desde el principio:
fui a Turín. Empecé desde el principio porque me quería probar a mí mismo. Ganaba
el mismo dinero, no fui allí por dinero. Percibí que algunas de mis convicciones
estaban equivocadas, empecé a cambiar algo en mí mismo. Hice esto pensando un
montón.
No seas Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, un hombre en la cancha y otro diferente fuera de ella.
Intento tener siempre el mismo comportamiento. Mis jugadores me conocen fuera y
dentro de la cancha, algunos de ellos son buenos amigos míos. El entrenador debe
ser capaz de elegir al jugador correcto para su estilo de baloncesto. Yo soy entrenador
profesional y cuando busco un jugador, tengo que ver sus habilidades. Algunos
entrenadores miran el nombre del jugador, pero el nombre no hace baloncesto. Yo tengo
que elegir el jugador correcto para mi equipo. Difícilmente elegiré a un jugador que
no sea bueno en defensa, y difícilmente escogeré a un jugador con mala actitud.
Durante muchos años busqué el “Inventario de Motivación Atlética” (AMI) una teoría
americana. Tienes que hacer un test al jugador y después de un montón de preguntas,
puedes tener una imagen real de ese jugador. Pocas veces este test está equivocado.
Yo utilicé este test no hace mucho, pero no es lo único. Gracias a este test, me he
dado cuenta que alguno de mis jugadores tienen actitudes problemáticas. Cualquier
jugador admitirá que ha jugador de mala manera: cuando admiten esto las cosas mejoran
rápidamente.
La razón de este comportamiento es sencilla: el contrato, la fama, los periodistas. Sólo
los grandes campeones hablan sobre sus malos partidos.
Por ello, debemos acostumbrarnos a tomar nuestras responsabilidades, aunque nosotros
no seamos los responsables. Pero no lo hagas muy a menudo, podemos parecer
estúpidos. Yo me eché encima las responsabilidades del equipo durante el Campeonato
de Europa en Praga cuando jugamos un mal partido. Esto fue el año después de las
Olimpiadas en Moscú, donde fuimos segundos. Nos sentimos los campeones del mundo y
no tuvimos suficiente orgullo para jugar. Por ello asumí toda la responsabilidad, hasta las
que no me pertenecían.
Siempre pienso en esto.
Sin jugadores de talento no puedes ganar en ningún deporte. El campeón es: talento
+ deseo + entusiasmo. Talento, deseo de ganar, todos los jugadores quieren ser los
mejores. El entusiasmo nunca termina: un jugador lo tiene a lo largo de toda su carrera.
El día antes de su retirada, tiene el deseo de jugar y superarse a sí mismo. La motivación
del entrenador a un jugador sin talento no cuenta nada. Del mismo modo, un jugador
con talento sin motivaciones nunca será un buen jugador.
La motivación es útil para los jugadores jóvenes. Tienes que motivarles no sólo para
ganar, sino también para que se perfeccionen como hombres y jugadores. Con los
jugadores profesionales es diferente: hay motivaciones económicas y morales. Siempre
me pregunto: ¿cómo puedo motivar a un jugador que gana tanto dinero?, ¿quíen me va
a motivar a mí? Si el equipo está jugando bien, no hay problema, pero si tengo que
dirigir con lesiones, si no tengo bastante tiempo para entrenar al equipo, ¿qué puedo
hacer?
Durante una reunión en Milán, pregunté a un psicólogo americano, cuál era el camino
correcto para motivar a un equipo, y contestó que quizá el mejor camino era no
motivar a los jugadores completamente. Esto es porque en un equipo hay jugadores que
necesitan motivaciones y otros que necesitan solo un pequeño incentivo, otros no
necesitan nada porque se conocen a sí mismos. Martens me dijo: “Cuando entras en
el vestuario y empiezas a hablar sobre motivaciones, algún jugador se puede volver
loco porque está listo para jugar, otros pueden necesitar ayuda de verdad, otros no
pueden entender”. No existe el método exacto para motivar a los jugadores.
El entrenador debe ser capaz de dar a sus jugadores su papel, no estoy hablando
de su papel en el campo (defensa, atacante, base), hablo de su papel en el equipo.
El jugador debe saber estas cosas. Ninguno se tiene que sentir inútil.
Los diez jugadores se deben sentir comprometidos porque la temporada es
generalmente larga (hablo sobre el campeonato, la selección es diferente).
Los jugadores deben saber que el entrenador les trata siempre del mismo modo:
ellos son sensibles y deben creer en su entrenador. Si quieren jugar bien,
también lo harán por su entrenador. El entrenador debe ser siempre claro y
cuidadoso.
No quiero ser el confesor de mis jugadores, no quiero susurrarles al oído.
Quiero hablar con todos en el vestuario. Puedo hablar con alguno aparte sólo si
me pide algún consejo: puede tener problemas personales y yo debo estar dispuesto
a ayudarle.
No quiero ser demasiado confidente porque los jugadores pueden acostumbrase
a esto y luego volverse quisquillosos después de un consejo.
Cada jugador debe sentirse bien tratado: el entrenador debe recordar que está
hablando con hombres, no cosas, no me gusta tratar mal a nadie: es como una puñalada
en la espalda.
El entrenador debe saber que espera de un jugador, y ayudarle a hacer su trabajo.
Es difícil, con algunos equipos, mantener en forma a los jugadores que están en el
banquillo. Hay equipos, por ejemplo, que juegan sólo con seis hombres y los otros les
miran todo el tiempo. Esos cuatro jugadores no pueden practicar como los otros que
juegan cada domingo: ellos deben tener algo más, no sólo en la práctica sino
también en las relaciones con el entrenador. Los tienes que tener dispuestos para jugar
física y mentalmente: intenta no tenerlos sentados los 40 minutos.
Los jugadores en el banquillo deben saber cuál es su obligación es importante.
La selección está usualmente compuesta por 12 jugadores, yo suelo decirles a cada
uno que tienen que hacer, a que jugador deben defender, pero a ninguno le doy la
seguridad de que va a jugar. Algunos de ellos son “especialistas”, jugadores para
situaciones especiales y siempre deben estar dispuestos a jugar. Debes tenerlos
dispuestos a jugar porque no debes destruir lo que has construido en el entrenamiento.
Debes ser capaz de decir algo bonito al equipo, a los jugadores, al preparador:
esto es el combustible del equipo ganador. No necesitas hacer algo excepcional, es
suficiente un apretón de manos, una palabra y no sólo después de una victoria,
también después de una derrota. Hazlo después de un partido pero también en el
entrenamiento cuando un jugador hace un buen ejercicio. ¡Esto son cosas útiles!
Debes poner en el pensamiento de los jugadores que el objetivo más importante
es el equipo no las estadísticas individuales. El equipo debe ser un monolito:
siempre juntos en las victorias y las derrotas.
Enseña esto a tus jugadores: odio a los jugadores que miran sus estadísticas
después del partido. No soporto estas cosas. El entrenador debe poner objetivos
razonables para el equipo. No puedo decirles a los periodistas que voy a ganar el
campeonato cuando no tengo equipo para hacerlo. Esto es una actitud equivocada:
no hago estas cosas.
Entrenar no es un trabajo seguro: debemos soportar presiones internas y externas.
Las internas son el presidente, que piensa en tener los mejores jugadores del mundo;
las externas son los periódicos, la televisión, los fans. Para esto debemos tener una
gran fe en nosotros mismos, en lo que estamos haciendo. Estamos atados con el balance
de victorias-derrotas. Todo el mundo sabe que un entrenador perdedor más pronto o
más tarde se convierte en un entrenador antiguo porque nadie piensa en los errores de los
jugadores. En mi carrera he recibido los mejores premios de los grandes jugadores que he
entrenado; inconvenientes de los peores. Y no soy el único.
SANDRO GAMBA
1985
MIEMBRO DEL FIBA HALL OF FAME 2006
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